martes, 19 de julio de 2011

BOLA DE MANTECA.

Ana Presunto e Iván Suárez. OQO

Un cuento de miedo, de brujas, con regusto popular, lo compré sin referencias, sólo porque me pareció "siniestro".
















Era una vez un niño comilón, que se pasaba el día jugando. Un día llamó a la puerta de su casa una bruja con un saco y la intención de llevarlo....
En la literatura europea podemos encontrar muchas clases de brujas. Su naturaleza y funciones difieren según la época histórica, clase social, localización geográfica... pero todas tienen en común conocimientos y poderes de origen sobrenatural. La expansión de las brujas en la literatura infantil tiene mucho que ver con estas antiguas creencias de la vieja Europa; pero, a pesar de su origen ancestral, por ser un personaje que fomenta la fantasía y la imaginación, la bruja llegó hasta hoy como fetiche lúdico, y aparece con frecuencia tanto en los cuentos tradicionales como en las nuevas creaciones literarias.
En Bola de Manteca encontramos muchos elementos característicos de los relatos populares europeos, conformando una historia muy elaborada, con las repeticiones típicas tan presentes en los cuentos infantiles, y un ritmo trepidante en la acción. La persistencia de la bruja por conseguir su objetivo no conoce límites. Tres veces intenta la bruja engañar a Bola de Manteca, ofreciéndole regalos tentadores. Por imposible que parezca, hasta tres veces caerá el muchacho en la misma trampa: el saco, un elemento de gran poder simbólico. Nada parece más terrible que caer en el saco de la bruja; pero, una y otra vez, usando la inteligencia, el niño conseguirá huir para superar el peligro. Finalmente, el personaje perverso será burlado con astucia: la bruja caerá en la caldera y acabará abrasada, sufriendo su propio castigo.
Este cuento tradicional noruego aparece con variantes muy parecidas en toda Europa. Se relaciona sobre todo con el Pierino Pierone, recogido por Calvino en sus cuentos populares italianos. Estudiosos del folclore europeo, también Calvino, aseguran que algunos cuentos recogidos como noruegos fueron llevados por vendedoras de fruta italianas.
Iván Suárez nos ofrece un trabajo de ilustración En el que destacan el impacto de los rostros de los personajes y de sus miradas. Los protagonistas, la bruja y el niño, aparecen representados a través del contraste de geometrías de sus caras.

Texto de Ana Presunto, a partir de un cuento popular noruego
Ilustraciones de Iván Suárez.
 
 
 
Érase una vez un niño gordo y comilón al que todos llamaban Bola de Manteca.
Vivía con su madre en una casita del bosque, y lo que más le gustaba en el mundo era jugar con cubiertos y cacerolas.
Una tarde llamaron a la puerta de la casa: ¡Pum! ¡Pum!
Bola de Manteca miró por la ventana y dijo:
–¡Mamá! Es una bruja horrible, con la cabeza bajo el brazo y un saco a cuestas.
–Pues escóndete debajo de la mesa, hijo mío.
 
 
Bola de Manteca

Cuando el agua empezó a hervir, la bruja dejó su cabeza encima de la mesa y fue a echar a Bola de Manteca a la olla.
 
Bola de Manteca
 
Bola de Manteca vive con su madre en el mismo bosque en el que vive un matrimonio de terribles brujos que desean comérselo. En tres ocasiones la bruja llama a su puerta. Su intención es llevarse a Bola de Manteca a la olla. Sin embargo, no cuenta con la astucia de este niño gordinflón que dará al traste con sus planes.
 
Bola de Manteca
 
Esta recreación de un cuento tradicional noruego apela a una ilustración tremendista que rompe las proporciones, exagera las gestualidades y abarca la totalidad de la doble página, en su afán de darle un registro moderno a un texto en el que se identifica con facilidad la estructura característica de los cuentos populares.
 
 

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