lunes, 3 de septiembre de 2012

CAPERUCITA ROJA

 Hermanos Grimm, ilustrado por Kveta Pakovska. Kókinos.



Soy una enferma, lo sé, yo no colecciono, ni compro, ni atesoro, creo que he llegado a la categoría de amontonar. Vale que no amontono cualquier cosa,  pero...

Me había resistido a esta Caperucita de Pakovska, pero cometí el error de entrar en "Ex libris", en Denia y abrirlo. Y sorpresa, menuda maravillita, los colores, las texturas que no son "tales" pero se perciben, los ángulos, las diferencias de tamaño, los dientes siempre terribles y ese rojo que lo preside todo...

Sé que no será éste, el último libro de esta ilustradora que tenga amontonado en casa.
 
Ya has oído más de mil veces la historia, pero seguro que nunca la has visto dibujada de esta manera. Abre estas páginas y sigue el sendero correcto.







«¿A dónde vas, Caperucita?» «¿No oyes cómo cantan los pajarillos?» «¡Es para tragarte mejor!» Tres frases que salen de la boca de un lobo malvado, hambriento, furioso y... ¿con aspecto de bailarina? Ponte esta caperuza roja y adéntrate sin miedo en el singular bosque de color que ha imaginado esta ilustradora. Camina sin miedo y disfruta de los árboles y flores que te encuentres por el camino... Al final te espera el cazador para acabar el cuento tan feliz y contento.
 
Es probable que Caperucita Roja sea una de las historias más contadas, ilustradas y versionadas de todos las que nos ha proporcionado la tradición oral y sus recopiladores por escrito. En esta ocasión es «la arquitecta de los libros» Kveta Pacovská quien juega con las imágenes que le sugiere esta historia universal y busca un nuevo enfoque a través de sus colores y formas de clara inspiración modernista. Con el rojo como gran protagonista nos muestra la clásica historia de los Hermanos Grimm. Otro ejemplo para comprobar la genialidad de esta autora, galardonada con el Premio Hans Christian Andersen en 1992.
 
Érase una vez una niña tan dulce y cariñosa que era muy querida por todos. Un día su abuela le regaló una caperuza de seda roja, y a la pequeña le gustaba tanto que siempre la llevaba puesta, por eso todo el mundo comenzó a llamarla Caperucita Roja.
Un día le dijo su madre:
–Caperucita, aquí hay un pastel, una botella de vino y un tarro de miel. Los llevarás a la abuelita que está enferma y delicada. Ponte en camino antes de que apriete el calor, ve con cuidado y no te apartes del sendero, no fueras a caerte y romper la botella.

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