Ella no sabe que un beso puede
cambiarlo todo,
convertir al
sapo, si no en un príncipe,
sí en un sapo
mejor.
Ella sueña
con el príncipe azul
porque soñar
es tan propio de princesas
como ser azul
es típico de príncipes.
Sostiene al
sapo con delicadeza en el cuenco de las manos,
como se
sostiene un libro con historias de amor dentro.
Está nerviosa
y feliz y asustada al mismo tiempo.
¿Cómo será su
historia de amor?
¿Acaso no son
los besos siempre protagonistas
y los
príncipes y princesas personajes secundarios?
Está a punto
de comprobarlo.
Suspira,
entrecierra los ojos y se deja llevar.
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