¡Cuidado! Tras varias pruebas de laboratorio, se ha constatado que la lectura de este libro provoca dos reacciones:
1/ Una hilaridad que las personas que están cerca pueden considerar sospechosa.
2/ Un progresivo mimetismo hacia los Napoks.
Puesto que esta última reacción tiene consecuencias imprevisibles, se aconseja elegir de manera escrupulosa los demás libros del entorno del lector. Para evitar a los padres ciertas sorpresas, se recomienda encarecidamente mantener esta obra fuera del alcance de los niños.
Estrictamente recomendado a padres y adultos.
Pues no es un libro para niños a partir de 10 ó 12 años, en absoluto, es lectura para adultos.
El planteamiento está bien, promete, sugiere, recuerda, al menos a mí, a los Cronopios y las Famas de Cortázar. No sólo me recuerdan a Cortázar por la anécdota de los "animalillos" en sí, sino por la inmersión de la Otredad en la Cotidianeidad de una manera muy cortazariana.
La historia es original, divertida; y los personajes están bien esbozados. Y digo esbozados porque al final una se queda con ganas de más. Todo el libro es como un gran esbozo, un adelanto, una sinopsis de algo que se queda ahí.
Una gran caja de regalo brillante, con un gran lazo rojo, que intriga, alienta, te hace desear, imaginar, pero que cuando la abres, está vacía...
Los napoks son unos animalillos amistosos, alegres, y misteriosos, traídos de un país exótico por un personaje del que apenas sabemos nada, y cuidados por su mujer, depositaria de un misterio. Viven una vida de gula libresca en el sótano de una editorial, comen libros, se metamorfosean con ellos, nacen, viven, se reproducen y mueren sin darnos demasiadas explicaciones.
Nos muestran a retazos, a la vez que personifican, la historia del siglo XX, sus grandezas y sus miserias.
Una lástima que sólo sea eso, un apunte de algo que pudo ser.
Pues no es un libro para niños a partir de 10 ó 12 años, en absoluto, es lectura para adultos.
El planteamiento está bien, promete, sugiere, recuerda, al menos a mí, a los Cronopios y las Famas de Cortázar. No sólo me recuerdan a Cortázar por la anécdota de los "animalillos" en sí, sino por la inmersión de la Otredad en la Cotidianeidad de una manera muy cortazariana.
La historia es original, divertida; y los personajes están bien esbozados. Y digo esbozados porque al final una se queda con ganas de más. Todo el libro es como un gran esbozo, un adelanto, una sinopsis de algo que se queda ahí.
Una gran caja de regalo brillante, con un gran lazo rojo, que intriga, alienta, te hace desear, imaginar, pero que cuando la abres, está vacía...
Los napoks son unos animalillos amistosos, alegres, y misteriosos, traídos de un país exótico por un personaje del que apenas sabemos nada, y cuidados por su mujer, depositaria de un misterio. Viven una vida de gula libresca en el sótano de una editorial, comen libros, se metamorfosean con ellos, nacen, viven, se reproducen y mueren sin darnos demasiadas explicaciones.
Nos muestran a retazos, a la vez que personifican, la historia del siglo XX, sus grandezas y sus miserias.
Una lástima que sólo sea eso, un apunte de algo que pudo ser.
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