Uno de esos libros que recuerdo de siempre, nunca fue mío, siempre prestado, de bibliotecas, primos, amigos, del cole...
La verdad es que nunca lo tuve en esas listas que hago de "futuribles", o "en mente", pero siempre que volvía a estar en mis manos, me retrotraía a mis días de uniforme y baby de colegio. Y uno de esos días que he tenido de baja (cinco meses, por cierto) y que, como no, me daba por hacer la ronda por las librerías, apareció reeditado por Lóguez.
Hay muchos libros infantiles, pero pocos, muy pocos que, después de más de 70 años de su primera publicación, sigan atrayendo y conmoviendo. Uno de ellos es Ferdinando el toro. El texto de Munro Leaf fue publicado en plena guerra civil española, como una bella aportación a la causa de la paz.
Las ilustraciones de esta edición son muy posteriores: su autor, Werner Klemke, recibió por ellas el Premio Manzana de Oro de la Bienal de Bratislava.
Pasaron los años y Ferdinando el toro, que prefería oler las flores, sentado debajo de una encina, en lugar de competir con los otros toros en fiereza, mantiene no sólo la calidad de una gran belleza plástica y poética sino que vuelve, una y otra vez, a ser actualidad.
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