Seamos realistas: Greg Heffley nunca va a dejar de ser un pringao y alguien debería explicárselo a su padre. Resulta que Frank Heffley cree que su hijo puede cambiar. Y para endurecerlo, a apuntado a Greg a todo tipo de deportes de competición que para Greg es pan comido. Sin embargo cuando su padre amenaza con enviarlo a una academia militar, Greg se da cuenta de que va a tener que ponerse las pilas.
Beltrán ha decidido que no quiere leer otra cosa, ayer me pidió la tercera parte, al final creo que me leeré alguno para entender la razón de por qué le gustan tanto.
Por cierto, son cinco...
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