Max Bolliger y Stepan
Zavrel. S.M.
Era un país de enanos que vivían en paz y armonía
hasta que un buen día aparecieron dos gigantes, uno de cabello amarillo y otro
de cabello castaño. El poder de sus grandes brazos y piernas y sus miradas mal
intencionadas amedrentaron rápidamente a todos los enanos. El miedo se adueñó de
ellos y dejó paso a un abuso sin límites. Los enanos empezaron a vivir para los
gigantes: les construyeron castillos, los alimentaban y sacaban piedras
preciosas de las entrañas de la tierra para satisfacer su codicia.
Un buen
día los gigantes, sospechando la traición del otro, se enfrascaron en una gran
pelea en la que prontamente los enanos tomaron partido. Ahora los pobres enanos
sumaron a sus ya largas desdichas una más: la guerra entre hermanos. Fue así
como construyeron una enorme muralla que se hacía más y más grande con el
tiempo. Sin embargo, en algún momento, algunos niños enanos empezaron a cantar,
(actividad que estaba prohibida por los gigantes), y su alegría se contagió y
pronto se sumaron muchas voces y cantaron tan alto que los gigantes se
asustaron. Una historia que nos narra sobre los grandes problemas que implica
que una población viva con miedo, de lo frágil y manejables que se vuelven las
personas ante la prepotencia en esas condiciones y de cómo se puede conjurar
este problema.
Es además una historia actual y que se ha repetido desde
siempre en la historia de la humanidad, por lo que el cuento termina siendo una
perfecta analogía de la complejidad y locura del comportamiento humano y una
perfecta manera de acercarse a él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario