No sé si comenté por aquí, que hace un semana, Beltrán me pidió libros para intercambiarlos en un mercadillo que harían el día del libro.
Allá se fue con 11 libros (hubo uno que al final volvió a traerse a casa), y con la recomendación de que aunque le dieran un vale por cada libro, no hacía falta que se trajese otros 11 libros...
Pero no, él llevaba 11 vales, y ha venido con 11 libros...
Aunque los libros que llevó al cole los elegí yo (es que Beltrán decidió que si ya los había leído podía intercambiarlos... Lógico razonamiento que se da de bruces con mi atesoramiento, lo reconozco), esperaba con ansia ver lo que se traía para casa, esta vez, guiado por su único libre albedrío.
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