Érase una vez, en pleno corazón del invierno una reina que cosía al lado de la ventana. A través del marco de ébano, contemplaba los copos de nieve que revoloteaban en el aire, como plumas. De pronto, se pinchó el dedo, y tres gotas de sangre cayeron en la nieve. Sobre el fulgor de la nieve, el rojo era tan hermoso que pensó:
"¡Ay!, ojalá tuviera un hijo con la piel planca como la nieve, los labios rojos como la sangre y el cabello negro como el ébano!".
Andaba rondándome hace tiempo, persiguiéndome, y yo andaba empeñada en desintoxicarme del genial Lacombe. A veces la calidad deja de parecerlo cuando aparece tras todas las esquinas y deja de sorprenderte. Aunque no deja de ser éste un argumento elitista en su sentido peyorativo, ¿no? ¿Deja de ser genial el Quijote porque lleve más de cuatro siglos sirviéndonos de estandarte para casi cualquier momento? Pues eso, que he vuelto a rendirme ante Benjamin Lacombe.
La edición está super cuidada, el papel tiene textura y no es de los más caros, ¿qué más se puede pedir?
Cuando lo disfrute un par de días, seguro que vuelvo a esta entrada con un montón de impresiones.
Bárbaro!... Eres una ventana estupenda al mundo de la ilustración, me encantan tus selecciones.
ResponderEliminarUn abrazo