martes, 19 de julio de 2011

FRÉDÉRIC

Leo Lionni. Kalandraka.

Un clasicazo. Lectura actualizada, o más bien reconstruída de "La cigarra y la hormiga". Frederick es simplemente delicioso.
 
Una oda para los que aún entre el pragmatismo que nos rodea, preferimos seguir teniendo los pies en la luna, porque simplemente es imprescindible para poder seguir respirando.

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Sentaos cómodamente. Cerrad los ojos. Escuchad a Frederick. ¿Veis los colores pintados en vuestras mentes? ¿Es magia?

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A lo largo del prado, donde pacían las vacas y trotaban los caballos, había un viejo muro hecho de piedras. En aquel muro, no lejos del pajar y del granero, tenía su hogar una parlanchina familia de ratones.


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Hay muchos ratones en los cuentos. Pero que sean poetas, de los bigotes a la cola, solo hay uno: Frederick. Al principio, sus compañeros no le hacen caso y se enfadan porque no trabaja como los demás. Después, reconocen que sus provisiones para pasar el invierno son tan ricas como el maíz, el trigo y las bayas. ¿Quieres probarlas?


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La hacendosa hormiga de la fábula opinaría que Frederick es un ser improductivo como la cigarra. En lugar de recoger semillas, él recoge rayos del sol, colores y palabras para pasar el invierno. Frederick es un artista, un poeta, que simboliza la necesidad del arte y de la literatura en nuestras vidas. La propuesta plástica que acompaña al texto es un expresivo collage a tono con la historia.


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