Maurice Sendak. Alfaguara.
Un clasicazo llevado al cine recientemente (recomiendo altamente la película), es uno de mis preferidos. El autor nos muestra de manera magistral, sencilla y con una técnica que me recuerda al puntillismo, los miedos de los niños.
Dice Sendak: "“La fantasía es algo que ocupa la vida de los niños. Creo que no hay ninguna parte de nuestras vidas infantiles o adultas, en la cual no estemos fantaseando. Pero preferimos relegar la fantasía a los niños, como si fuera una tontería apta sólo para las mentes inmaduras de los pequeños. Los niños viven dentro de la fantasía y en la realidad, de una manera que ya no podemos recordar. Tienen un sentido preciso de la lógica de lo ilógico, y pasan con facilidad de una esfera a otra. La fantasía es la esencia de toda escritura para niños, como creo que lo es para la escritura de cualquier tipo de libro, para cualquier acto creativo, y tal vez también, para el acto de vivir.”
La noche que Max se puso su traje de lobo y se dedicó a hacer faenas de una clase y de otra su madre le llamó “¡MONSTRUO!” y Max le contestó “¡TE VOY A COMER!” y le mandaron a la cama sin cenar. Te pueden castigar sin merienda, y te pueden obligar a ir a tu cuarto; pero en cualquier sitio podrás seguir usando tu imaginación. La noche en que Max se puso su traje de monstruo y se dedicó a hacer travesuras, su madre lo envió a la cama sin cenar. Solo, desde su habitación, Max emprende un viaje fantástico al lugar donde viven los monstruos.
Un clásico moderno de la literatura infantil. Como un escape a las regañinas de su madre, el rebelde Max se refugia en el mundo de la imaginación, viaja al país de los monstruos y llega a convertirse en rey de sus bonachones habitantes. Hay que destacar el hábil empleo de las ilustraciones, que van aumentando de tamaño conforme Max se adentra en su mundo imaginario y disminuyen cuando va volviendo a la realidad.
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